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¿Por qué fueron los normalistas a Iguala, a dos horas de su plantel?
Al cumplirse un mes desde la detención y desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, cerca de 300 alumnos de esta casa de estudios reclamaron la presentación con vida de sus compañeros, con un cierre total de la Autopista del Sol, que por ocho horas dejó varados en la carretera a turistas, habitantes de la región y transportistas.

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Tendencias en el aprendizaje de la educación en México: Una comparación entre ENLACE, Excale y Pisa
Las pruebas estandarizadas de rendimiento académico, que se utilizan para evaluar la calidad y progreso educativos de un país, tomar decisiones de política educativa y rendir cuentas a la sociedad, inician a nivel mundial en los años sesenta del siglo pasado.

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"Regrésenlos" (discurso de Elena Poniatowska en el Zócalo)

dom, 26 oct 2014 18:56

Asamblea nacional de Morena en el Zócalo del DF. Foto La Jornada
Hoy, domingo 26 de octubre, a un mes de la ausencia de los 43 muchachos desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa por la Policía Municipal de Iguala, Guerrero reclamamos aquí en el centro del país, en la capital de México, la presencia de los muchachos y pedimos a cielo abierto y en voz alta: “Regrésenlos”.

La Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero es muy pobre pero es el único lugar donde los que nada tienen pueden recibir una educación superior gratuita. Es la única opción de los campesinos que han escogido ser maestros rurales. Las habitaciones de los estudiantes de la Normal evidencian la miseria, el abandono de los muchachos. Su comida también. Cuando a uno de ellos le sirvieron leche exclamó que era la primera vez que la veía y sonrió al decir que le gustaba. Así como la leche, son muchos los alimentos que los chavos desconocen. Sus camisetas, sus mochilas, sus suetercitos recargados en los muros de su cuarto vacío, sus utensilios de plástico, todos son prendas de pobre.

Ya es hora de que en México hablen los pobres, ya es hora de que los ciudadanos se manifiesten por encima de los partidos. Ya es hora de que seamos consultados. Ser consultado es un derecho político que demandamos desde hace mucho tiempo los habitantes de los 32 estados de la república. Somos miles los mexicanos que no nos sentimos representados, miles los mexicanos que queremos una democracia participativa, miles de mexicanos que levantamos la voz y pedimos ser tomados en cuenta en los asuntos públicos, sobre todo en los de trascendencia nacional como es nuestro futuro energético. Los grandes temas nos conciernen pero conciernen sobre todo a los jóvenes porque además de ser el futuro tienen que mantenerse vivos. Sin ellos simplemente no hay país. Así como se dice “Sin maíz no hay país”, sin los jóvenes no hay nada.

El pasado miércoles 23 de octubre en una marcha que NO convocó un solo partido, los ciudadanos se organizaron solos e inauguraron una protesta ejemplar, absolutamente fuera de serie. La marcha resultó cinco veces mayor que la consignada por los medios: 350 mil personas, un río de gente seguía entrando y abarrotaba las calles aledañas al zócalo de por si lleno a reventar. La multitud protestaba contra el crimen de Ayotzinapa, un crimen de lesa humanidad. Los estudiantes fueron cazados, sometidos a la tortura hasta la muerte, a la desaparición forzada, a ejecuciones arbitrarias y ahora los culpables quieren librarse de su responsabilidad acusando a los jóvenes y buscan criminalizarlos al querer ligarlos al cartel de “Los Rojos” o a “Guerreros Unidos”. No se vale desviar la investigación de los hechos y deslizar en conferencias de prensa que se trata de un enfrentamiento entre cárteles. Tampoco se vale implicar a los muchachos en grupos guerrilleros. El “caso Iguala” es una mancha atroz en la vida oficial y política de nuestro país ya de por sí hundida en el lodo.

El periodista París Martínez se preocupó por levantar con amigos y familiares perfiles de los estudiantes. Es justo, a pesar de que solo podamos hacerlo con unas cuantas líneas, que recordemos a cada uno y por eso les pido que después del nombre y la descripción de cada muchacho digamos todos al unísono: “Regrésenlo” así como en la Guardería ABC en Hermosillo cuando la muerte de 49 niños y 76 heridos, el 5 de junio de 2009 dijimos “Presente”, el nombre de cada niño.

1. Jhosivani Guerrero de la Cruz, de 20 años, de Omeapa delgado, de cara espigada, de ojos rasgados apodado “Coreano” camina 4 kilómetros de ida hasta la carretera para tomar el transporte y cuatro de regreso porque quiere ser maestro de primaria en su tierra Omeapa.

2. A Luis Ángel Abarca Carrillo, de 21 años, de la Costa Chica, de San Antonio, municipio de Cuautepec lo apodan Amiltzingo. Muy cariñoso, es miembro de la “Casa Activista” en la que los normalistas pueden inscribirse para recibir formación política. Allá adentro resuena el nombre de Lucio Cabañas. Los ricos de Guerrero consideran revoltosos a los normalistas porque el héroe al que buscan imitar es el guerrillero Lucio Cabañas que también fue maestro.

3. A Marco Antonio Gómez Molina, de 20 años apodado Tuntún de Tixtla le encantan las tocadas de rock, le gusta mucho “Saratoga”, “Extravaganza”, “Los Ángeles del Infierno”. También él es compañero que siempre hace reír de la Casa Activista.

4. A Saúl  Bruno García, de 18 años lo conocen como Chicharrón, y es “desmadroso”, es de los que trata de hacerte reír hasta donde más, muy bromista y amistoso. Es de Tecuanapa y le falta el dedo anular de la mano izquierda porque se lo mordió el molino cuando hacia la masa. Saúl Bruno García rapó a todos los de la “Casa Activista”. Un compañero tenía fotos del momento de la rapada en su celular, pero los policías se lo quitaron.

5. Jorge Antonio Tizapa Legideño, de Tixtla tiene 20 años –dice su mamá–, y tiene un hoyito en la mejilla izquierda. Le gusta trabajar en el campo sembrar granos y hortalizas porque nunca alcanzan los recursos del gobierno estatal para los 500 estudiantes.

6. Abel García Hernández, de Tecuanapa es un niño campesino de 19 años, tiene una mancha atrás de la oreja derecha, es flaquito y mide 1.62 de altura.

7. A Carlos Lorenzo Hernández Muñoz, de 19 años lo bautizaron como “el Frijolito” y es de la Costa. Parlanchín, siempre está dispuesto a ayudar a las personas”. “El Frijolito” fue el primero en ponerse de pie para donar su sangre cuando la pidieron en Tixtla para un enfermo.

8. Adan Abraján de la Cruz, de 20 años, campesino, es del Barrio de El Fortín, en Tixtla, un pueblo que cuida la Policía Comunitaria. Es del equipo de futbol de los Pirotécnicos de El Fortín, sus amigos lo consideran buen futbolista…

9. Felipe Arnulfo Rosa, campesino es de un rancho del Municipio de Ayutla y tiene 20 años. Se cayó de espaldas siendo chiquito y tiene una cicatriz en la nuca.

10. A Emiliano Alen Gaspar de la Cruz, lo bautizaron como “Pilas”, por inteligente. “No echa relajo, es sereno y razona mejor que otros, le gusta tener todo en su lugar”. Emiliano fue uno de los 20 alumnos de primer ingreso que, hace dos meses se inscribieron en la Casa Activista. Diez miembros de la Casa Activista se encuentran entre los 43 normalistas secuestrados el 26 de septiembre.

11. César Manuel González Hernández, de 19 años es de Huamantla, Tlaxcala, desmadroso, tiene el apodo de “Panotla”, pero también le dicen “Marinela”, porque una vez, en Jalisco, se llevó la camioneta de la empresa que hace pastelitos.

12. Jorge Alvarez Nava, “el Chabelo” de 19 años es del municipio de Juan R. Escudero, Guerrero, tiene una cicatriz en el ojo derecho y es tranquilo. Nunca alburea a nadie, nunca dice una grosería y su paciencia hace que nunca le falte al respeto a nadie. Es uno de los más sensibles de la Casa Activista… Sus padres aguardan en la cancha deportiva de la Normal de Ayotzinapa y se abrazan al hablar de él.

13. José Eduardo Bartolo, Tlatempa, de 17 años es de Tixtla, estudiante de primer año de la Normal Rural. Su padre es albañil de oficio y espera que su hijo sea profesionista.

14. Israel  Jacinto Lugardo, de 19 años es de Atoyac, y sus amigos lo apodan “Chukyto”. Su mamá sostiene un cartel con el rostro de su hijo y lo exhibe ante los automovilistas, durante la toma de la caseta de Palo Blanco, en la Autopista del Sol. “Él es medio robusto, tiene una cicatriz en la cabeza. Su piel es morena clara, su nariz media chata. Es un buen muchacho, se vino con mucha ilusión a estudiar.

15. Antonio Santana Maestro, apodado Copy porque habla muy bien en público, es reconocido en la Casa del Activista a la que acuden los otros jóvenes. El Copy toca la guitarra, también le gustan los videojuegos, juega con el PSP… pero lo que más le encanta, es la lectura…”

16. Christian Tomás Colón Garnica, de 18 años de Tlacolula de Matamoros, Oaxaca. Su papá viajo desde su tierra apenas se denunció el rapto de los 43 jóvenes normalistas. “Yo soy jornalero, gano 600 pesos semanal, máximo, y eso cuando hay, porque a veces no hay trabajo. Mi muchacho quiere ser maestro esa es la profesión que él quiere, pero lo frenaron, lo detuvieron… ¡¿Qué vamos a hacer?!”

17. A Luis Ángel Francisco Arzola, de 20 años, sus compañeros normalistas lo conocen como “Cochilandia”, pero nadie sabe por qué. Llegó con el apodo. Es un chavo serio, trabajador, y aquí lo estamos esperando y queremos que él sepa que no vamos a parar hasta encontrarlo”.

18. Miguel Ángel Mendoza Zacarías, de Apango, municipio Mártir de Cuilapa  tiene 23 años, y sus compañeros consideran que el “ya es grande”. Ellos tienen entre 17 y 20 años. En su pueblo, Apango, era peluquero para salir adelante. Es un chavo bajito, “chido” según sus cuates porque los apoya, da consejos, da todo a cambio de nada. Cuidaba a sus papás y a sus hermanos. Vino a la Normal en el mismo asiento del autobús con un compañero “pero empezaron los balazos y desafortunadamente él corrió para un lado y yo para otro, a él lo arrestaron los policías de Iguala, yo logré escapar, pero desde entonces no lo encuentro…”

19. Benjamín Ascencio Bautista, de 19 años, a quién le dicen “comelón” porque un día se acabó solo todas las galletas en una mesa durante una conferencia es originario de Chilapa. Antes de ingresar a la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa  fue educador comunitario del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE). Se prepara a voluntarios para alfabetizar en poblaciones marginadas, aisladas, rurales e indígenas de todo el país.

20. Alexander Mora Venancia, de 19 años y proveniente de “El Pericón”, municipio de Tecuanapa, Guerrero, nadie le podía quitar la idea de ser maestro. Le gusta dar clases. Primero ayudó en el campo pero quiso estudiar… “Y yo le exijo –dice su padre- a la autoridad que haga su trabajo como debe ser, que no tape a los culpables de la masacre que cometieron los policías de Iguala y su presidente municipal. Así como vivos se los llevaron, quiero que vivos los regresen…”

21. Leonel Castro Abarca, campesino de la comunidad de “El Magueyito”, municipio de Tecuanapa, no tiene apodo y para sus amigos “es una persona seria, pero con sentido del humor. Sueña con ser maestro, para sacar a su gente adelante.

22. Everardo Rodríguez Bello, de 21 años es originario de Omeapa. Lo conocen como El “Shaggy” porque se parece al de Scooby Doo. Técnico en mecánica automotriz desde el CONALEP se enoja mucho con la desigualdad sobre todo cuando se trata de comida: si a ti te dan seis tortillas y a él cinco, protesta.”

23. Doriam González Parral, de Xalpatláhuac, Guerrero tiene 19 años. Es chaparrito y “se ve como un niñito”, “y por eso le dicen “Kínder”. Causa mucha gracia cuando echa relajo.  Tiene un hermano en la Normal… Los hermanos entraron juntos, es notoria su fraternidad y los dos fueron secuestrados juntos…”

24. Jorge Luis González Parral de 21 años, es el hermano mayor de Doriam, el Kínder, es un compañero serio que ha trabajado en diferentes taquerías y aunque le gustaba quería progresar y escogió ser maestro igual que Kinder su hermano. Su apodo es “Charra” porque tiene una cicatriz en la pierna como si se la hubiera hecho con una charrasca…”

25. Marcial Pablo Baranda,de 20 años habla una lengua indígena y quiere ser maestro bilingüe al lado de otros maestros bilingües que vienen de pueblos todavía más pobres. Es bajito, buena onda,  primo de Jorge Luis y Doriam y sus amigos lo apodan “Magallón”, porque su familia tiene un grupo musical tropical con ese nombre que canta canciones de su tierra la Costa Chica. Se la pasa cantando cumbias y toca la trompeta y las tarolas.

26. Jorge Aníbal Cruz Mendoza, de Xalpatláhuac, también es de la banda de los Kínder, a él le dicen “Chivo” y es serio y aunque se lleva bien con todos casi no echa desmadre…”

27. A Abelardo Vásquez Peniten, originario de Atliaca, Guerrero, le gusta el futbol. En un partido hace poco metió muchos goles… Nunca echa desmadre, se da a respetar porque nunca le falta al respeto a nadie ni anda criticando. Además del futbol le encanta estudiar porque agarra un libro y agarra otro y otro, y otro.”

28. A Cutberto  Ortíz Ramos de Atoyac le dicen “El Kománder” porque tiene cierto parecido con el cantante de corridos norteños. Tiene una mirada muy fuerte, es robusto, alto, amigable, responde de buena manera. En los campos de cultivo de la escuela le echa ganas… Y le encanta contar un chiste de Bob Esponja, se ríe e imita a la perfección la risa de Bob Esponja…”

29. Bernardo Flores Alcaraz, campesino, tiene 21 años y en su pecho un lunar como una manita de gato… Tiene mucha ilusión de ser maestro y de ayudar a los niños y a los señores adultos que no saben leer ni escribir. En el campo hay mucha gente rezagada en educación y su ilusión es enseñarles…Los 43 normalistas salieron a recabar fondos para hacer sus prácticas, no se vale que les trunquen su vida y los dejen tirados en su sangre…

30. Jesús Jovany Rodriguez Tlatempa de Tixtla apodado el Churro de 21 años es el mayor de cuatro hermanos y “el único apoyo de su mamá” según su prima quien marchó durante cinco horas manteniendo en alto una pancarta con su retrato. Lo invitaron a la jornada de boteo del 26 de septiembre. Es un muchacho sumamente noble que mantiene a una sobrina de un año porque su hermana es mamá soltera y funge como figura paterna. Su prima reclama con furia su presentación así como pide justicia para los muchachos de Tlatlaya en el estado de México que son muchos.

31. Mauricio Ortega Valerio de Matlalapa o Matlinalpa cerca de “La Montaña” 18 años es apodado “Espinosa” porque cuando lo raparon – tradición en la Normal de Ayotzinapa para los alumnos de primer ingreso– le salió cierto parecido con Espinosa Paz, el cantante.

32. A Martín Getsemany Sánchez García de Zumpango, de 20 años, a quién le gusta jugar futbol y le va al Cruz Azul, toda su familia lo busca. Tiene ocho hermanos y durante la marcha del miércoles 22 en Chilpancingo, sus familiares llevaron una manta con su fotografía.

33. Magdaleno Rubén Lauro Villegas de 19 años, conocido como El Magda, es un compa tranquilo y noble que estudia para convertirse en maestro bilingüe, para para dar clases a los niños indígenas que no hablan español…”

34. Giovanni Galindo Guerrero de 20 años conocido como el Espáider, “porque es flaquito y tiene su propio estilo para correr y brincar como si se estuviera colgando de las telarañas igual que el “Hombre Araña”…”

35. A José Luis Luna Torres de 20 años de Amilzingo, Morelos, sus cuates le dicen Pato, porque se parece al Pato Donald y tiene voz de pato. Es serio, tranquilo, siempre te habla bien, es buena onda, pero es callado y no echa mucho desmadre.

36. Julio Cesar López Patolzin de 25 años de Tixtla “no tiene apodo. Le dicen simplemente “El Julio”. Es buena onda el bato pero calladito, no echa mucho relajo, solo se lleva con unos pocos pero siempre es agradable…”

37. A Jonás Trujillo González de la Costa Grande del Ticuí municipio de Atoyác de Álvarez le dicen Beni porque su hermano también está en la Normal de Ayotzinapa pero en segundo año y él se llama Benito… Por lo tanto ellos son los Benis… Es alto, gordito y se lleva muy bien con su hermano. Los dos son muy parecidos, aunque el menor es más alto y más clarito de piel…”

38. A Miguel Ángel Hernández Martínez, de 27 años lo apodan “Botita” porque a su hermano mayor quien también estudia en la Normal le dicen “El Bota” y a él , en automático, le pusieron “el Botita” aunque es de estatura media y gordo, nada desmadroso, siempre amigable, sano, no pesado: No es alburero, es buena onda de echar la mano, pendiente de los demás, un chavo muy solidario con todos, que en la clase le explica al profe y le hace el paro…”

39. Christian Alfonso Rodríguez de 21 años, de Tixtla anhela ser maestro y le gusta la danza folclórica. “A él le dicen “Hugo” porque siempre usa playeras de Hugo Boss. Su primo en la marcha del miércoles 22 se quedó ronco de tanto explicar: “No solo es mi primo, es mi amigo… es una persona muy aplicada, muy dedicada al estudio y a la danza y es injusto que alguien que se entregue y se esfuerce de ese modo, sufra consecuencias trágicas a manos del gobierno…”

40. José Ángel Navarrete González de 18 años comparte una habitación dentro de la Normal con otros dos jóvenes, en la que no hay un solo mueble, ni siquiera camas, sólo pliegos raídos de hule espuma.

41. A Carlos Iván Ramírez Villarreal de 20 años le dicen “El Diablito” La verdad es que es bueno, no se mete con nadie, tranquilo, quiere ser alguien pero en buena onda, no payaso pues…”

42. José Ángel Campos Cantor de 33 años de Tixtla es el de mayor edad de los 43 normalistas desaparecidos. Aunque mayor nunca abusa de los demás, al contrario, apoya en todo, es amigo de todos…”

43. A Israel Caballero Sánchez originario de Atliaca, un pueblito a la mitad del camino entre Tixtla y Apango le dicen “Aguirrito” por gordito. Está preparándose para ser maestro en comunidades indígenas y cuando sus compas le dicen Aguirrito protesta: “No sean cabrones, no me pongan esa chinga…”

Ayotzinapa está destrozado. México está destrozado. Los alumnos de la Normal de Ayotzinapa conservan los tenis rotos de sus compañeros, su ropa, hasta los cartones que les sirven de cama. Esperan su regreso a pesar de que al extraordinario sacerdote Alejandro Solalinde, protector de los migrantes que ahora mismo celebra misa en Ayotzinapa, varios testigos le dijeron que los estudiantes habían sido asesinados, desmembrados y tirados a una fosa a la que le prendieron fuego. No hay respuesta suficiente entre crimen tan grande. La foto del estudiante del estado de México Julio César Mondragón al que le sacaron los ojos circula en Internet, su rostro desollado. Estamos ante una catástrofe nacional. En cinco estados hay protestas en apoyo a los 43 desaparecidos. México se desangra. La comunidad internacional está escandalizada y considera que México es ahora el país sin guerra más peligroso para los jóvenes. Jóvenes mutilados, jóvenes sin cuerpo, jóvenes asesinados. En el mundo entero resuena la indignación. La madre del estudiante de Guadalajara Ricardo Esparza que asistió al Cervantino de Guanajuato dijo que agradecía recibir el cuerpo muerto de su hijo para llevarle flores. ¿No resulta monstruosa su conformidad? O como se pregunta Gloria Muñoz Ramírez. “¿Hasta dónde ha llegado el terror implantado por el gobierno en el seno de la sociedad?” Frente al terror solo queda la unión de un pueblo que se levanta y grita como lo ha hecho durante días: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

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43 + 1 | Opinión | Denise Dresser

Reforma

Desaparecidos. Ausentes. Muertos o dados como tales. 43 normalistas que no son ni ángeles ni demonios sino ciudadanos mexicanos con derechos que el Estado pisoteó. Probablemente torturados, ejecutados, calcinados. Según el padre Alejandro Solalinde, echados a una pira de madera. Y ante la tragedia de Ayotzinapa, otra desaparición que se suma a las 43 conocidas. La desaparición del gobierno de Enrique Peña Nieto. Como ha argumentado y con razón Leo Zuckermann, el Presidente parece pasmado, paralizado, acorralado. Sin liderazgo, sin respuestas, sin estrategia, sin posturas gubernamentales que defender o acciones contundentes que instrumentar. Sin secretarios de Estado que sepan explicar lo ocurrido en Guerrero y cómo afrontarlo. Sin un equipo que entienda cómo operar con eficiencia, actuar con celeridad, reaccionar apropiada e inteligentemente. Un gobierno que sabe vender su imagen pero no defenderla. Un gobierno que sabe "salvar a México" a la hora de negociar reformas, pero no a la hora de prevenir muertes.

He allí un procurador que todavía no tiene a un mes de distancia información sobre el paradero de los normalistas desaparecidos. He allí la paradoja de que hay más detenidos que desaparecidos. Aunado a todas las señales ignoradas, como explica Esteban Illades en "Iguala: el polvorín que nadie olió", publicado en la revista Nexos. El precandidato que compitió contra el alcalde de Iguala, asesinado. El presidente municipal perredista, dueño de 19 inmuebles y gobernando en la más absoluta opacidad. Con 11 familiares en la nómina, que recibían 300 mil pesos al mes del erario, 1.15% de los gastos del municipio. Con una esposa cuyos dos hermanos estaban en una lista publicada en el 2009 de los delincuentes más buscados por la PGR, por sus vínculos con los Beltrán Leyva. Con una historia de enfrentamientos vis a vis con líderes de organizaciones populares en Guerrero, como la que se dio contra Arturo Hernández Cardona, quien fue asesinando tras protestar en la carretera Iguala-Acapulco. Balaceras, secuestros, fosas, cuerpos regados. Realidad creada por unos gobiernos e ignorada por otros.

Y ante ello un pasmo preocupante. Una incompetencia alarmante. Un Presidente que afirma "no habrá impunidad", pero no actúa para cumplir su promesa. Un líder que no sabe cómo serlo, inaugurando eventos en vez de supervisar investigaciones. Presumiendo los logros de su gobierno en vez de asegurar que funcione como debería. En el caso de la mayoría de los detenidos no se sabe con qué evidencia están presos o si han sido consignados ante un juez o si se ha iniciado un juicio en su contra. En el caso de los cuerpos calcinados, eso no impide hacer pruebas de ADN, pero Murillo Karam admite que ha habido errores en la extracción de los restos. En el caso de los forenses argentinos, dicen que en dos semanas estarán listos los resultados, y ante ello no se entiende con base en qué el procurador afirmó que los cuerpos encontrados no eran los de los normalistas.

México simplemente no tiene un sistema de justicia capaz de investigar, identificar, resguardar la cadena de custodia de los cuerpos, procesar evidencia de manera adecuada, usar marcadores genéticos, llevar a cabo pruebas de ADN usando, por ejemplo, el sistema CODIS, desarrollado por el FBI y la Interpol. Así no se pueden resolver violaciones, homicidios, asesinatos. Así no se puede resolver nada. Y convenientemente esto ayuda al gobierno. Es mejor para Peña Nieto que haya 43 normalistas "desaparecidos" a que se encuentren 43 normalistas asesinados. Es mejor que permanezca la duda, la esperanza, la incertidumbre, a cargar con la certeza de un crimen de Estado. Un crimen perpetrado por policías coludidos y alcaldes asesinos y gobernadores omisos y presidentes pasmados.

En la extraordinaria foto que Genaro Lozano tomó de la marcha de 50,000 personas hace unos días protestando por las desapariciones en Ayotzinapa, hay un letrero gigantesco en la plancha del Zócalo que dice "Fue el Estado". Y así es. A los 43 ausentes de Ayotzinapa se suma una ausencia más. La de un Estado que no sabe proteger. Defender. Cuidar. Investigar. Enjuiciar. Castigar. Cumplir con su cometido. En lugar de ello tenemos autoridades huidizas, contradictorias, o tan desaparecidas como los normalistas que aseguran buscar. 43 + 1. Y ese "1" adicional es el propio presidente del país que ante la crisis no logra aprobar la prueba básica del liderazgo definida por John Kenneth Galbraith: la voluntad para confrontar inequívocamente la mayor ansiedad de su pueblo. Peña Nieto no enfrenta esa ansiedad. Tan sólo se suma a ella.

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Los inquietos / Tanalís Padilla*

sáb, 18 oct 2014 08:43
*Profesora de historia en Dartmouth College. Autora del libro Rural resistance in the land of Zapata: The jaramillista movement and the myth of the pax-priísta, 1940-1962 (Duke University Press, 2008).

En todas partes oímos hablar mal de los inquietos, escribió Ricardo Flores Magón en 1916. Las personas sensatas los distinguen con su desprecio; la gente decente evita su contacto. Sin embargo, el progreso humano es obra de los inquietos, continúa su texto. En ese momento los inquietos hacían en México una revolución. Gracias a esa lucha, el gran levantamiento de las masas populares, la Constitución mexicana contó con importantes reformas sociales, contenidas sobre todo en los artículos 3, 27 y 123.

Cuando llegó a la presidencia el general Lázaro Cárdenas tuvo la voluntad de implementar estos principios de justicia social. Realizó el derecho a la educación laica y gratuita, el reparto de tierra, el control de la nación sobre los recursos naturales, e hizo respetar la protección laboral. Dentro de este proyecto también dio vida y sentido social a las normales rurales. De allí en adelante sus alumnos no permitieron que estos principios se abandonaran, a pesar de que a partir de 1940 un régimen tras otro se empeñaba en abandonar o hacer desaparecer a estas escuelas.

En su origen las normales rurales representaron una encrucijada entre la lógica de forjar patria y los derechos sociales conquistados desde abajo. En ellas se formaron maestros misioneros, profesores dispuestos a desplazarse a los lugares más recónditos del país. Organicemos el ejército de los educadores que sustituya al ejército de destructores, había declarado José Vasconcelos en 1920. Era una lógica de estado, pues desde la perspectiva institucional, había que difundir los principios del nuevo gobierno que consolidaba su poder después de una década de lucha.

Pero la educación rural también correspondía a una lógica social de los de abajo. Por siglos no había escuela para los pobres; por siglos la tierra de los campesinos había sido consumida por los hacendados; por siglos trabajadores laboraban en condiciones de esclavitud en las plantaciones y en las minas; por siglos los recursos naturales que esta mano de obra extraía, fluían hacía el exterior.

En las normales rurales se revertía esa lógica: muchas se establecieron en antiguas haciendas; en las instituciones que antes explotaban a sus padres, ahora se albergarían jóvenes campesinos; se formaron cooperativas agrícolas como parte de la pedagogía; los alumnos recibían becas y derecho a una plaza de maestro al terminar la carrera. Y, a estos maestros, se les encargó ser apóstoles del progreso: movilizar a las comunidades donde enseñaran para que éstas se defendieran de las fuerzas de la reacción, para que no se volviera a dar un orden tan injusto como durante el porfiriato.
Para defender este progreso los alumnos de las normales rurales organizaron la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). La FECSM, una de las asociaciones estudiantiles más antiguas de México, agrupa a estudiantes de todas las normales rurales y no sólo se encarga de labores de concientización en su seno, sino también se moviliza al lado de luchas campesinas, obreras, estudiantiles y magisteriales. O sea, serle fiel a los principios que originaron a estas instituciones. Tan fieles fueron los maestros rurales a su misión, que el estado tenía que contenerlos. Había que acabar con estas instituciones que respondían a una lógica de progreso popular.

Así, en 1969 el presidente Gustavo Díaz Ordaz cerró 15 de las 29 normales rurales. Pero conscientes de su historia, su derecho a la educación y la responsabilidad constitucional del Estado, los inquietos protestaron. Llegaron a la SEP enérgicas condenas de ejidatarios, normalistas y padres de familia: No nos obliguen a pensar que seguimos en la etapa del porfirismo, en que sólo a los hijos de los burgueses se les impartía la educación, ya que a cada momento se habla del progreso en el aspecto cultural, expresaba una carta. Otra puntualizaba: Si ustedes mismos están siempre porque no haya analfabetas, que haya educación en México, ¿en qué forma?, si ahora quieren que desaparezca la única esperanza del campesino que son las normales rurales (Archivo Histórico de la SEP, Exp. 1341, Leg. 1, Ref. 201.3:25).

Estas declaraciones son un importante ejemplo del tipo de conciencia forjada a raíz de la revolución y resguardada en las normales rurales. Es una conciencia que tiene clara la hipocresía de un gobierno que habla del progreso mientras se sirve de una política que facilita todo menos eso. Y es una conciencia forjada por un proceso que hizo claro que la educación no era privilegio sólo para la elite, y que no era sólo una cuestión académica sino también social.
Dentro de las normales rurales la educación socialista de la década de 1930 dio aliento a ese sentido de responsabilidad social. Los murales que adornan las paredes de comedores, salones y dormitorios son un vivo ejemplo de los ideales sociales que defienden sus alumnos y de los inquietos que los inspiran. Sus consignas insisten en que otro mundo es posible. En la normal rural de Ayotzinapa, por ejemplo, se lee en el patio central: El que ve injusticia y no la combate, la comete, y en el comedor: Los filósofos de hoy en día no han hecho más que interpretar el mundo de diferentes maneras, pero de lo que se trata es de transformarlo.
Lejos de ser meras consignas voluntaristas, estas frases dan idea de la cultura que se gesta en las normales rurales. También dan una idea del porqué al Estado le crean tanta incomodidad. Década tras década, y con especial intensidad a partir de los ochentas, el gobierno ha justificado su desmantelamiento del proyecto revolucionario con una retórica de modernización, eficiencia, progreso y competitividad, y ¿cuáles han sido los resultados? Más pobreza, más violencia, una concentración irrisoria de la riqueza y una devastación ambiental.

Lo increíble de los que defienden el proyecto neoliberal no es sólo su amnesia histórica, es su ceguera ante la realidad del presente, ante la devastación que su proyecto ha engendrado. Por ello se le han opuesto tantos movimientos, tantos sectores, tantos inquietos.
Y ¿qué sería la humanidad si en un momento dado desaparecieran todos los inquietos de la Tierra?, pregunta Flores Magón. La ausencia de esos motores del progreso marcaría el comienzo de una marcha hacia atrás, de un regreso a la barbarie.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/10/18/los-inquietos-tanalis-padilla-787.html

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Los inquietos / Tanalís Padilla* — La JornadaLa Jornada en Internet: La Jornada en línea
En todas partes oímos hablar mal de los inquietos , escribió Ricardo Flores Magón en 1916. Las personas sensatas los distinguen con su desprecio; la gente decente evita su contacto. Sin embargo, el progreso humano es obra de los inquietos , continúa su texto. En ese momento los inquietos hacían …

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