De Thelma Nava
No respetaron nada
Ni siquiera las cartas de amor
Los retratos de familia o los pequeños
Recuerdos de infancia.
Se esconden detrás de cualquier parte.
Todo lo contaminan
Cuanto dicen sus labios es oscuro.
A pesar de todo
Ellos tampoco están seguros
De amanecer al día siguiente
¿Sabías que se pasan las noches
imaginando nuevas formas de tortura?
Ellos creen que están vivos
y que un hombre dejará de gritar
la palabra libertad
cuando queman sus libros
o cuando le roban el pasaporte.
Siempre es posible que de un momento a otro
llamen a la puerta
destrocen las paredes
para mirar qué hay detrás de los ladrillos.
Te pongan una bomba de tiempo entre las manos
derriben la escalera y se alejen silbando
mientras urden la versión oficiosa
que habrá de publicarse al día siguiente.
Sabes que existen y están en todas partes.
Te miran por agujeros invisibles
te acechan cuando haces el amor.
Están en el teléfono, en la mesa del café
y en los supermercados.
Se reproducen como larvas.
A todos puede sucedernos.
Nadie escapa de sus perseguidores.
Usan el traje del vecino
el auto de tu amigo, la sonrisa del hombre de la esquina
para sacarte con engaños de tu casa
obligarte a firmar declaraciones
y pretender hablar a solas con tu viuda.
Es necesario conjurar el peligro de los inquisidores
escribir la palabra amor sobre las puertas
utilizar un código secreto
meterse a la pantalla de la televisión
amar con gafas negras.
Aprender de memoria los grafittis escritos por toda la ciudad.
No viajar en un radio mayor de 250 kilómetros.
Llevar un equipaje ligero.
Nada de libros
no cruzar las fronteras. Por si acaso.
No investigar el nombre de los muertos.
Ignoran que el tirano no duerme y da saltos en su lecho
cuando le falta aire
No saben que la libertad se respira como una golondrina
se navega como una isla
por todos los rincones de la patria.
Nota: Los inquisidores es un poema de Thelma Nava.
Tomado de: Para leer de boleto en el metro Vol. 1