Del 3 al 12 de diciembre, los países miembros del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP o TPPA) se reunieron en Auckland (Nueva Zelanda) para la ronda número 15 de negociaciones. Se trató de la primera participación oficial de dos naciones, México y Canadá, como integrantes formales del grupo. A un mes de dichas conversaciones, el mutismo mexicano continúa como la regla, mientras los escasos esfuerzos por arrojar un poco de transparencia son insuficientes.
Un par de semanas antes de asumir la Presidencia, Enrique Peña Nieto declaró que su gobierno daría continuidad a la negociación de TPP. Los nombramientos en el gabinete dieron cuenta de su intención: al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores quedó José Antonio Meade, quien se había desempeñado como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en el último año de la gestión de Felipe Calderón. Entre los méritos de Meade está su papel en la coordinación de la agenda económica de los miembros del G20 durante 2012, periodo en que México presidió dicho organismo. Su designación es una señal tanto de continuidad como denota la importancia de los tratados económicos internacionales para la administración de Peña.
El otro nombramiento que también destacó fue el de Francisco de Rosenzweig en la Subsecretaría de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía. Durante la administración de Calderón, de Rosenzweig fue responsable (junto con Bruno Ferrari) de las negociaciones para la integración de México como miembro oficial de TPP.
El comunicado de Secretaría de Economía acerca de la participación mexicana en Auckland se mantiene en el discurso oficial. Destaca que se señala que, previa a la asistencia de México a la ronda de Nueva Zelanda, "se llevaron a cabo consultas y reuniones preparatorias con miembros del sector productivo nacional y la sociedad civil." Esto es parcialmente verdadero, pues la discusión pública ha sido inexistente. En noviembre, México fue anfitrión de una reunión extraordinaria intermedia con los 11 miembros de TPP, celebrada en Los Cabos, con participación (de acuerdo con el comunicado oficial) de "los representantes del sector privado mexicano". A la par, existió una reunión privada en la Secretaría de Economía, donde representantes de los países miembros discutieron el capítulo de propiedad intelectual (uno de los más polémicos del acuerdo) a puerta cerrada.
Economía no miente al decir que han existido discusiones con el sector privado, uno de los que más apoya la inclusión de México en TPP. Por ejemplo, el 31 de octubre se celebró la Reunión del Comité Empresarial México-Estados Unidos, convocada por el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología. En esta convocatoria participó John F. Sammis, Ministro Consejero para Asuntos Económicos de la Embajada de Estados Unidos. La minuta del encuentro es reveladora, pues a pesar de que Sammis destacó que México estaba a tiempo de ingresar al acuerdo, también indicó que "por el momento es dificil saber cuáles serán los efectos del TPP."
En el terreno público, la discusión viene impulsada por organizaciones no gubernamentales. A finales de noviembre, Claudio Ruiz, director de la asociación chilena Derechos Digitales (principal voz opositora del acuerdo en dicho país) visitó México para dar una conferencia con Alejandro Pisanty sobre los desafíos que plantea TPP a Internet.
En el terreno político, la senadora Iris Vianey Mendoza impulsó a través de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado un punto de acuerdo para solicitar a la Secretaría de Economía un informe sobre el impacto de TPP en términos de propiedad intelectual, especialmente en "[el] uso de Internet, nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y el mercado de medicamentos." La respuesta se recibió el 10 de enero con un texto que reproduce el mismo discurso vacío, la cual Mendoza calificó como "absolutamente omisa, no da respuesta a los cuestionamientos."
La legisladora destacó la evasión de Economía a responder sobre los alcances en propiedad intelectual; la apertura de Pemex a inversión privada y extranjera (otra preocupación subyacente de TPP); y si la Reforma Laboral fue una de las condiciones para suscribir el acuerdo (algo que se sugirió en la audiencia "publica" de México ante la Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos en septiembre de 2012). Sin embargo, a pesar de que Mendoza se ha pronunciado como crítica de la opacidad con que negocia México, el senador Armando Ríos Piter, secretario la Comisión de Comercio y Fomento Industrial, admitió este miércoles 16 que se encuentra "muy interesado en que México tenga un nuevo liderazgo en el TPP".
Por último, en la parte mediática, TPP se ha caracterizado por una cobertura casi nula; la mayoría de las notas son reproducciones de boletines o declaraciones, sin un contrapeso crítico. Como señala Antonio Martínez en Netpolitics, "las expectativas [de los negociadores de TPP] se están cumpliendo: hay muy poca información de lo que está sucediendo." Sin una cobertura mediática importante, con una escasa discusión pública, con esfuerzos aislados desde el lado gubernamental y un discurso repetitivo sobre TPP como la panacea de los tratados internacionales, el panorama no luce alentador. Mientras que en varios países miembros existen ciertas iniciativas de protesta contra la adopción del acuerdo, México prefiere la postura del silencio cómodo, cómplice e ignorante, celebrando el mantra de que es parte de "la negociación comercial más relevante y ambiciosa a nivel internacional", sin saber siquiera de qué se trata.
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TPP: el silencio (in)cómodo de México
Mientras que en varios países miembros existen ciertas iniciativas de protesta contra la adopción del acuerdo, México prefiere la postura del silencio cómodo, cómplice e ignorante, celebrando el mantr…
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