El Estado somos todos y somos precisamente quienes podemos tocar a la puerta sin tocarla
Es una metáfora contundente. En medio de la indignación generalizada, el desamparo palpable ante tanta confusión, la ira irracional que nada tiene que ver con el justificado reclamo de la sociedad ante el horror que vive México desde hace 43 madrugadas, en realidad desde hace mucho tiempo. No es quemando la puerta del Palacio con lo que se lograría abrir la fortaleza hermética de la negra conciencia de los culpables; para tal caso, no había nadie adentro para abrirla, no tiene timbre y la campana solo alarga su badajo para la noche de otros gritos. Además, no hubo nadie que impidiera quemarla.
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La puerta Mariana
El Estado somos todos y somos precisamente quienes podemos tocar a la puerta sin tocarla
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